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LA CLAVE DEL ÉXITO SON LAS YEGUAS

POR JOSE RISSO MONTES

Los criadores en general no tienen que ser para nada genetistas ni grandes conocedores del mejoramiento genético de una raza, pero sí deberían tener, al menos, algunos conceptos claros para desarrollar una crianza acertada y exitosa en el Caballo Peruano de Paso.

Mucho se habla y se discute de los padrillos en la crianza, tema que es acertado pero es trascendental solo, si se ha realizado dentro del criadero, una buena selección de las yeguas que componen su base genética  ya que a ellas, se les va a cruzar con los diferentes reproductores que existen en el ámbito de la raza.

Muchas veces nos encontramos con nuevos criadores aficionados, que creen necesario adquirir muchas yeguas para empezar esta labor y desconocen que lo importante es tener pocas, pero muy buenas, para obtener los resultados y satisfacciones esperados. Otros, buscan la base genética del criadero pensando y evaluando la menor inversión al elegirlas, no dándose cuenta, que si dejan de adquirir yeguas de calidad genética desde el  inicio, jamás obtendrán los logros que se deben esperar en la cría.

En el caso de los criadores que ya tienen un plantel de yeguas formado, nos encontramos con los que no tienen la suficiente frialdad para descartar lo que ya es una realidad: Existen yeguas que no reproducen lo que uno realmente quiere obtener de ellas y piensan que, en consecuencia, los padrillos utilizados una y otra vez sin resultados satisfactorios, son los responsables. Lo que deben entender, es que estas nunca lo harán, porque tienen defectos muy prepotentes en sus genes. Cabe recordar que los genes responsables de los defectos, se alejan u ocultan en las crías, pero siempre permanecen en el código genético y no hay que permitir que retornen o reaparezcan al utilizar padrillos que los pueden llevar genéticamente en su familia.

En los buenos criaderos, el criador se pasa todos los años de su vida como tal: buscando cuales son las buenas madres, que obviamente tienen que ser de líneas probadas, de familias solventes en cuanto a calidad por ancestro. Nunca se puede insistir creyendo, que de una yegua que no tiene una buena familia detrás, libre de defectos muy notorios, obtendrá, como tocada por una varita mágica, la gran yegua madre que todos nos demoramos en obtener a lo largo de la vida y créanme que hay muchísimos, por más persistentes que sean, que nunca la consiguen porque, además de conocimiento, hay que tener objetividad. Insisto, la familia es la que manda; cuando no pueda acceder a obtener la gran yegua o un embrión de ella, hay que buscar a las hermanas maternas, hijas o sobrinas directas, que lleven la sangre de esta gran familia.

Si uno analiza la historia de los grandes criaderos del Perú, se dará con la sorpresa que hay en ellos solamente dos a cinco yeguas como máximo, que han sido las fundadoras y generadoras de la descendencia que realmente cumplió con las altas expectativas que el buen criador desea alcanzar. Buenas hay muchas, pero si hablamos de excelencia, solo hay pocas que poseen la prepotencia genética de imprimir en sus crías la gran calidad que ellas tienen en forma consistente y segura.

¡Por eso es que las grandes yeguas, de buen ancestro, cuestan! Porque le permiten al criador no perder tiempo y dinero para obtener buenos resultados, que es lo que debe buscar y lograr.

La crianza demanda tiempo, dinero y esfuerzo, nada es gratis cuando queremos resultados. Siempre hay dos caminos: escatimar en el gasto comprando en cantidad  lo que vale menos y le permitirá solo dar un pasito a la vez, demorándose muchísimo tiempo sin ninguna garantía de éxito; o el que invierte y gana tiempo adquiriendo una yegua, potranca o embrión de una familia notable, porque como se puede analizar, los mejores resultados son conseguidos por los productos de este grupo de animales en forma consistente, aclarando que no necesariamente los mejores reproductores machos o hembras serán siempre los ganadores o campeones del concurso. Sabemos que de vez en cuando aparece un animal bien preparado y puesto que, bien exhibido, puede obtener un buen resultado, pero cuando se le exige descendencia de calidad, allí empiezan sus problemas.

El criador bueno y de verdad sabe que la crianza es personal, que si pide el consejo de un tercero, será porque éste apunta al mismo estilo de caballos que él, cree en el mismo destino y ha tenido éxito personal en su propia crianza o dando buenos consejos a otros criadores que ya han tenido éxito anteriormente. Esta es la garantía que tiene y por esta razón se le considera una autoridad en el ámbito del Caballo Peruano de Paso.

Todos estos exitosos criadores, suelen ser eternos insatisfechos de lo que poseen, están mirando siempre los defectos de sus animales, buscando las características que les falta introducir al criadero, están siempre preparados para el cambio, para lograr la cría que buscan. Ellos, no la pueden encontrar al 100 % de su satisfacción porque, en primer lugar, la cría es dinámica, evoluciona constantemente; además, porque siempre serán los más críticos de sus propios animales, aunque no lo digan abiertamente, conociendo los defectos y sintiéndose frustrados por no conseguir lo que realmente buscan.

Lo importante es que conocen lo que quieren obtener, lo persiguen, no se engañan, continúan en la búsqueda de esa eterna imagen que tienen graficada en su interior, probando diferentes formas de conseguirla a través de la selección, adquiriendo embriones o semen de buenos reproductores tratando de lograrlo, porque los domina la pasión, afición y reciedumbre que debe tener siempre un buen criador. Sin estas condiciones, nunca tendrán esa profunda motivación para llegar al éxito que desean.

Hay un dicho argentino que siempre repetía mi padre, el cual grafica claramente lo que deseo expresar:

“CUANDO ELIJA EL RUMBO QUE TRAZÓ, CON PACIENCIA SIGALÓ, CON FE Y VOLUNTAD, QUE QUIEN NO SABE PARA DÓNDE VA, NO SABE PORQUÉ PARTIÓ”.

Ahora bien, ¿cómo hacerlo? ¿Cómo escoger y cómo descartar, si ya se tienen algunas yeguas en el criadero pero, sin que hayan alcanzado los resultados esperados? Para empezar hay ciertas pautas que un criador tiene que conocer claramente:

Primero, qué estilo o tipo de animal le gusta dentro del universo existente y tiene a la vista, para que desde esa base seleccione  lo que quiere y sea la plataforma de vientres sobre los que va a construir toda su base genética. Este prototipo que busca y le gusta, evidentemente, debe estar bien alineado con el patrón de raza oficial en cuanto a estructura y andares como primera condición.

Otro aspecto importante es constituir un grupo de yeguas con ausencia de defectos notables en cuanto a conformación y pisos, difíciles de combatir en los cruzamientos que se hagan. Es decir, hay características indeseables que son muy complicadas de alejar en cada individuo del grupo y que se relacionan entre sí genéticamente hablando. Les mencionaré algunos que de mi experiencia de criador y juez he observado:

1.- Los animales que menudean al caminar, que no tienen la soltura adecuada al andar y, para decirlo en forma simple, necesitan de muchos pasos o batidas para trasladarse, a diferencia de otros ejemplares, que con pocas batidas, recorren la misma distancia. Este defecto es muy transmisible y requiere normalmente la exhibición de este tipo de animales a mucha velocidad en los concursos. Es muy difícil corregirlo a través de los cruzamientos en la crianza, dificulta la obtención de animales de buenos pisos, sueltos, cadenciosos, de buena mecánica al desplazarse. No olvidemos que esta es la virtud más importante y la razón de ser de la raza.

2.- Los animales que no tienen impulsión y buen desplazamiento en los posteriores, que están impedidos de acelerar la marcha porque no cuentan con la fuerza en los posteriores para lograrlo. Muchas veces tienen un dorso mal unido y débil, las articulaciones mal estructuradas, dando como consecuencia la imposibilidad de obtener la fuerza necesaria para impulsarse hacia adelante con decisión, firmeza y amplitud. Estos animales están limitados en las cabalgatas y los concursos porque, al exigirles que recorran todos los aires y velocidades para lograr la elasticidad que poseen aquellos de buen andar estirándose, empiezan a trastabillar o desordenar sus batidas, interrumpiendo la armonía de su desplazamiento.

3.- Los animales que no tienen voluntad para caminar (lerdos), sin temperamento o brío, sin buena actitud para servir al jinete, que hay que estar castigándolos constantemente para que caminen y muchas veces se convierten en mañosos, mostrando cobardía para satisfacer la voluntad de su jinete, no tienen vergüenza al castigo. Este grupo de animales es de lo más incómodo para montar, cabalgar, concursar o  cualquier actividad que se quiera realizar con ellos; y si son poco arrogantes, sin buena postura en el cuello, peor aún.

4.- Tal vez, algunos de los defectos más importantes, son aquellos relacionados a las uniones en general del formato; en especial, en el dorso o el lomo. Cuando son mal unidos con la grupa, muestran debilidad y dan como consecuencia una deficiente mecánica en el movimiento, restándole armonía para ejecutar con eficiencia el tercio posterior, producen movimientos verticales y laterales en la grupa que se notan claramente en la guarnición.

Los caballos se dividen morfológicamente en tres partes o tercios como se debería llamar: El primero, de la cabeza a la cruz, el segundo, de la cruz a la grupa y el tercero, de la grupa hasta la cola. Nunca debemos olvidar que dentro del dorso se encuentra el riñón como órgano interno y sobre él, el lomo, que forman parte del segundo tercio del caballo. Este último, es la bisagra que se une al tercio  posterior, desde donde nace la locomoción del caballo, la fuerza que lo empuja hacia adelante, debiendo tener una buena inclinación de grupa, asiento de cola bajo, buena angulación del fémur y corvejón. Sin un dorso sólido, musculado y fuerte, no habrá manera que tenga impulsión y fuerza para deslizarse hacia adelante con naturalidad, regularidad y consistencia.

5.- Otro defecto que se debe mencionar, es la falta de inclinación y ángulo de la espalda, que no le permitirá la soltura de los anteriores hacia adelante, como tampoco la arrogancia en el cuello, que hoy es una condición indispensable en el caballo moderno y que forman parte del tercio anterior.

6.- Aquí debo mencionar también, por ser parte de la debilidad, las cuartillas débiles, las largas y tendidas (que se apoyan hacia el suelo más allá de lo debido), que pueden vencerse con más facilidad que las medianas; los malos aplomos, que indican que la base y estructura del caballo se sustentan sobre malos cimientos, como si las columnas de un edificio, estuvieran mal alineadas.

Podría hacer una lista larga de defectos pero no vienen al caso. Estos que acabo de mencionar, son de los más difíciles de corregir en forma rápida a través de los cruces, porque cuando vienen de familias que los llevan en su genética por generaciones, son realmente complicadísimos de alejar.

Hay otros, en cambio, fáciles de corregir. El más sencillo, según todos los libros de genética es la estatura, que es dominante al utilizar reproductores que tengan alzada, que vengan de familias genéticamente con esta característica y sean prepotentes en transmitirla.

Lo importante de todo lo expuesto es que no hay que perder el tiempo, hay que tomar acciones rápidas y duras, si se quieren obtener buenos resultados y avanzar en el progreso genético para construir un buen criadero, donde lo elemental, es alcanzar siempre un buen promedio de animales, con ausencia de defectos notables, para que cuando uno los exhiba o utilice para cualquiera de los fines por el que está involucrado en la crianza, sepa con seguridad, que estos no lo van a decepcionar.

Es imposible pretender que todos los cruces obtengan como resultado un ganador. Lo importante es lograr estar allí, en el tercio superior de la competencia, con animales sin defectos graves, siempre presentes en el marcador, en las distintas categorías de los concursos; que el jinete salga orgulloso, montado a caballo en una cabalgata, sabiendo que su caballo no lo va a defraudar o abandonar en el trayecto, que terminará cómodo de la jornada. Eso es lo gratificante para el criador.

Teniendo esta base, nos toca el mejoramiento genético que hay que conseguir. ¿Cómo hacer los cruces? ¿Qué padrillos elegir? Hay muchos criadores a quienes les gusta utilizar varios y distintos reproductores, otros utilizan pocos, ¿por qué?

En mi opinión, para consolidar un criadero es mejor utilizar pocos padrillos, pues el resultado será más homogéneo año a año, siendo mucho más fácil trabajar genéticamente con animales similares, con características compartidas entre ellos y donde se va generando un estilo propio que se irá trabajando a lo largo del tiempo. Si se utilizan muchos padrillos, el resultado es una variable de características que termina siendo poco homogéneo, difícil para fijar un estilo o tipo propio en la identidad de la crianza que se está desarrollando y perseguimos. Yo lo comparo con un mercado, donde uno encuentra una variedad de olores, colores y sabores. Por eso decía al comienzo, que es importante definirse en el estilo o tipo que a uno le gusta particularmente en la crianza, demostrando con los hechos y resultados a dónde quiere dirigirse, con claridad en la acción. Así es mucho más sencillo trabajar.

Al tener la base de yeguas con genética sólida y eligiendo los padrillos adecuados de buen nivel, que se acomoden genéticamente al objetivo trazado, el criador acertado, obtendrá los resultados esperados en la mayoría de los casos.

Sobre qué padrillos elegir, existe una inmensa variedad. Mi padre, quien fuera un gran genetista en vacunos y en el Caballo Peruano de Paso, siempre repetía “que había que ponerle a una yegua lo que no tenía o le faltaba, sin quitarle lo que ella ya tenía”, nunca sacrificando virtudes para corregir defectos o debilidades. Esta era una manera simple y práctica de decir que uno debía como criador, conocer la prepotencia de sus yeguas, sabiendo en qué son genéticamente dominantes y utilizar los potros que contribuyan a agregarles lo que ellas no tenían y les faltaba, paso a paso. Así es como se construye una cría ¡de a pocos! Agregando y quitando; poniendo y sacando, como el que va cocinando y elaborando un buen plato de comida con los diferentes ingredientes, para tratar de obtener un resultado perfecto. Que importante es tener a mano distintos ingredientes para trabajar.

Debo aclarar que cuando se realizan los cruces, hay que buscar corregir lo más importante, lo que más resalte a la vista, y no todo, porque esto es imposible; siempre utilizando el padrillo que transmita en forma prepotente la virtud que la yegua necesita, sin añadir defectos, corrigiendo en la medida de lo posible, el defecto que muestra. Es por eso que sugiero mejorar en primer lugar los más importantes, que son los defectos de función.

Nadie puede decir que esta receta es fácil de lograr, pero si uno es objetivo al analizar, tiene la frialdad y seriedad que deben tener todos los buenos criadores, no es tan complicada. Lo que sí hay que ser, es drástico al momento de seleccionar, ser duro cuando se tiene que descartar, no creer que lo que uno ve en forma objetiva va a cambiar, cuando se trata de defectos notables que están a la vista y que su corrección no es factible con el tiempo. Hay cosas que pueden variar sí, hay que darle a los animales de buenas líneas, que tienen las buenas características, todo el tiempo y oportunidad, porque muchas veces son  parte de una etapa o estado del crecimiento por la que atraviesan, pero defectos de formato, debilidad, faltos de arrogancia, de calidad de pisos, malas uniones, faltos de impulsión o fuerza en los posteriores, faltos de temperamento o incorrecciones, estos, no cambian con el tiempo; sino todo lo contrario, se agravan y acrecientan.

Hay algunos factores que me gustaría comentar con respecto a los cruces. Soy de la idea, como expuse anteriormente, que uno debe formar una buena base de yeguas, de calidad y con ausencia de defectos notables. La mejor manera de lograr este objetivo es escoger pocos e indispensables reproductores; que pertenezcan a buenas familias, que transmitan animales de calidad de pisos, buen formato y ausencia de defectos notables. Al hacerlo, cuando iniciamos la formación de un criadero, elegirlos por el tipo o estilo que quiere uno criar, hacerlo año tras año para así consolidar, después de cuatro o cinco años de crías producidas, un grupo de animales que tengan buenas líneas de sangre y como dije, sean ausentes  los defectos complicados de alejar mediante los cruces. Con estas crías o potrancas logradas y bien constituidas, puede ya sin lugar a dudas, utilizar  reproductores que le otorgarán el pulido genético al grupo de yeguas de calidad, que les permitirá realizar cruces más arriesgados, porque su base genética se encuentra en gran medida, ausente de defectos y se lo podrá permitir.

Alguna vez escribí en la revista Orgullo del Perú, acerca de lo que considero hay que hacer de vez en cuando: “El Cruce Atrevido”. Es aquel que uno tiene la intuición que, por la línea de sangre que uno cruza o por las características que uno se atreve a interrelacionar, puede adquirir un gran resultado.

Aquí ingresamos al mundo de la calidad y excepcionalidad. Es difícil de identificar el sinónimo de calidad en animales. Si vamos al diccionario la palabra calidad se define como: “Manera de ser de una persona o cosa. Carácter genio, índole. Nobleza del linaje. Importancia o gravedad de una cosa”. Ninguna nos describe lo que queremos interpretar gráficamente.

Cuando los aficionados vemos un animal que tiene un conjunto de características que lo hacen sobresalir del resto, sin importar la edad, le ponemos la etiqueta de: ¡Que Calidad!, refiriéndonos a un conjunto especial de condiciones que se reúnen en él, una manera de ser, un espíritu diferente: La forma de caminar, de mirar, la expresión, la actitud, arrogancia y finura,  las formas y la manera con que se lleva a sí mismo, entre otras. Estos atributos especiales nos llevan a decir, que estamos frente a un ejemplar de calidad. Muchas veces no son los ganadores, ni son los más completos, más fuertes o mejor conformados, pero pasan o se detienen delante de nosotros y nos dan esa mirada, esa expresión, que sacan en forma instantánea de los conocedores la expresión: ¡Que Calidad de Animal!

Estos comentarios aparecen cuando se aprecian animales que salen del buen promedio que, como dije, se necesita obtener en abundancia ya que deben ser la base de la crianza; pero debemos también, por el bien de la raza, buscar siempre la excepcionalidad, los fuera de serie. Aquí es, donde uno puede realizar los “Cruces atrevidos”.

Hay yeguas especiales, con características sobresalientes que cruzadas con un potro que colabora para afianzar una virtud, pueden convertir a este producto en un gran aporte para la raza como sujeto, ya que tiene fijada la característica que quisimos lograr. Que hay riesgo lo hay, pero vale la pena tomarlo si se quiere pasar a otro nivel. Este tipo de cruce puede darse entre animales que aportan distintas líneas de sangre con alguna característica sobresaliente en común queriendo consolidarla, o puede también lograrlo con el uso de la consanguinidad.

Si bien no quiero hacer este artículo demasiado extenso y técnico, ya que no es el propósito, quiero darles ciertas pautas simples para graficar de lo que estamos hablando:

Consanguinidad, que se puede practicar mediante el Inbreeding, que viene a ser el cruce entre animales que están más emparentados entre sí que el promedio de la raza o población a la que pertenecen. Como también el Linebreeding, que es una forma de consanguinidad que se refiere al apareamiento de animales relacionados con un ancestro  común en el lado paterno y materno, a modo de mantener o incrementar las características propias del mismo, en sus descendientes. Este último método permite  usar la consanguinidad, pero los animales relacionados entre sí no deben ser tan cercanos, para no elevar demasiado la consanguinidad y con esto cualquier posible efecto no deseado.

Ejemplos de apareamientos y coeficiente de consanguinidad del producto, expresado como coeficiente de consanguinidad (F: probabilidad) y % de consanguinidad.

En mi experiencia particular, resulta menos riesgoso si uno llega como resultado a no excederse del 6.25% de consanguinidad cuando realiza este tipo de cruces, sabiendo que a mayor consanguinidad aparecen muchas veces, problemas de crecimiento y fertilidad, de los cuales hay que cuidarse, teniendo que ser muy exigentes en la selección de este tipo de individuos resultantes. Hay que analizar muy bien los productos, observando la fortaleza/debilidad obtenida y seleccionando cuáles son los que contribuirán a introducir en el criadero las características que se han querido fijar y obtener.

Dicho esto, habrá que tener mucho cuidado al practicarla, con un gran conocimiento  y experiencia de trabajo genético, con las yeguas que uno tiene y los reproductores que se pretende utilizar para realizar estos intentos.

Después de lo expuesto, quiero remarcar que, como dice el título de este artículo, son las yeguas la clave para obtener finalmente un buen criadero; sin ellas, será muy difícil conseguir los resultados esperados. Ya ustedes mismos podrán comprobar que de aquellas buenas y grandes madres se formarán los troncos familiares, de donde nacerán las ramas que producirán a su vez, las buenas líneas maternas a través de los buenos hijos machos, futuros padrillos de la raza; de las hijas, las hermanas de las hijas y así sucesivamente. Llamo la atención siempre diciendo que hay que tener mucho cuidado de desprenderse o dejar ir, una de estas grandes madres, porque son como la gallina de los huevos de oro y, de hacerlo, deben estar completamente seguros que éstas, están debidamente reemplazadas dentro  del criadero a través de su progenie. De no ser así, cometemos un grave error que más tarde lamentaremos.